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Historia del Látigo del Sur

El látigo del sur se llamaba Benedicto  Ruano Gonzalez , nació en 1931 en la aldea Guacamayas, Canton Canoas en Jutiapa en el año 1931. 



Su hermano mayor fué asesinado y no se le hizo justicia por lo que el se convenció que la única justicia que existía era la de la propia mano. 

Tuvo problemas de alcoholismo. Era excelente tirador, tanto así que fue de los mejores en el ejercito de la liberación en 1954. Era temido por los finqueros y terratenientes, pues era su verdadero látigo y sus operaciones se concentraban en el sur del pais. 

La comunidad creía que tenia pacto con el diablo. Familias en escasos recursos recibían de las pródigas manos del bandido dinero o abundantes víveres y así empezó a crecer la leyenda del Látigo del Sur que hacia 1960 había trascendido las fronteras patrias en una mezcla de admiración y temor por el bandolero.

El tema de conversación obligado entre los vecinos eran las hazañas de Benedicto  Ruano, implacable con sus enemigos y bondadoso con los necesitados. Pero el principio del fin de Benedicto empezó a gestarse conforme crecía su fama a causa de una debilidad aún más fuerte que el alcohol: las mujeres.

La noche del 7 de mayo y al amanecer del otro día su suerte estaba echada. La policía le había rastreado y ubicado. En combinación con elementos militares de la Zona Militar de Mazatenango cercaron varios cientos de metros a la redonda del vecindario popular. 

A las doce horas, cuando Benedicto estaba almorzando un sabroso caldo de jaibas, mojarras y camarones -que era su platillo predilecto- en el interior de la vivienda con una de sus mujeres preferidas; las fuerzas de seguridad tomaron por asalto la residencia construida de tablas con una nutrida granizada de balas. El Látigo del Sur resistió durante diez minutos el asedio, después de los cuales fue sometido por las fuerzas de seguridad por una herida mortal en el pulmón que se expandió con orificio de salida en el abdomen. 

Un muslo le sangraba abundantemente, asimismo su mano derecha, que le imposibilitó seguir disparando su arma.

 Fue trasladado hasta las seis de la tarde a Mazatenango donde ingresó en estado agónico y totalmente desangrado, ya sin posibilidad alguna de sobrevivir. Solo su fuerte naturaleza le había permitido resistir durante cinco horas una constante hemorragia que al final acabó con su vida. Así fue el fin del Látigo del Sur, mezcla de bandido y héroe que en la década de los sesenta sembró el temor y la admiración entre los guatemaltecos.

El Blog de la Historia de Guatemala.

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