Las academias de mecanografía por muchos años, formaron jóvenes en esta rama. Sentados en un pupitre, una máquina y una hoja en blanco, se procedían a brindar las lecciones.
Por las tardes, los jóvenes iban con sus libros de mecanografía para aprender sus lecciones, unos por más de una hora y otros dos.
Si habían al menos cinco errores en la hoja, esta se procedía a repetirla, hasta reducirlos y así tener una mejor calificación.
Tener una máquina de escribir, en aquellos tiempos era un lujo, pues se aprovechaba para adelantar las elecciones.