La leyenda de los atoleros de la Parroquia tiene lugar en 1915, antes de los terremotos que cambiarían la urbe en 1917. En ese entonces, cerca de la iglesia se improvisaba un mercado donde se ofrecían diversos productos. En este escenario, don Herculano y doña Mina manejaban un negocio que se destacaba por la calidad de sus atoles y luchaban diariamente por atraer a los clientes.
La pareja era reconocida en el lugar, con don Herculano promocionando sus productos a voz en cuello y doña Mina atendiendo a los clientes con una actitud maternal. Entre los compradores habituales estaba don Chepe, un hombre que frecuentaba el puesto todos los lunes, en especial para consumir atol blanco con chile, algo que aseguraba le ayudaba con las secuelas de sus noches de bebida.
Don Chepe, conocido por su vida tormentosa, llevaba una relación difícil
con su esposa, Julia, quien era muy estricta y violenta con él. En una ocasión,
mientras bebía su atol, don Chepe se sinceró con doña Mina, comentándole sus
problemas matrimoniales y su deseo de quitarse la vida. Doña Mina lo escuchó
con empatía, tratando de darle consejos, pero don Chepe, visiblemente abatido,
continuaba expresando sus intenciones suicidas, aunque, en el fondo, nadie
creía que realmente fuera capaz de hacerlo.
Con el paso
de los días, don Chepe empezó a difundir rumores sobre su supuesto plan de
suicidio. Incluso llegó a sacar su ropa de la casa, lo que aumentó las
preocupaciones de sus conocidos. Sin embargo, su entenado, Chano, hijo de
Julia, también mostraba dudas sobre las verdaderas intenciones de su padrastro,
quien ya había protagonizado falsas alarmas antes.
La
desaparición de don Chepe
Una mañana,
el barrio se conmocionó cuando corrió el rumor de que don Chepe se había
lanzado del puente de «Las Vacas», una zona cercana al vecindario. La noticia llegó a tal punto que la
policía y los vecinos comenzaron a buscar el cuerpo en el barranco. La esposa
de don Chepe, Julia, lloraba desesperada, creyendo que su marido realmente
había cumplido con su amenaza.
La búsqueda
se prolongó durante varios días, sin resultados. Finalmente, alguien avistó un
cuerpo enredado entre la maleza, lo que avivó la esperanza de encontrar a don
Chepe. Cuando los policías lograron llegar al lugar, lo que encontraron no fue
el cuerpo de don Chepe, sino un muñeco vestido con sus ropas.
Créditos: Guatemala.com