En el año 1955 un obrero llamado Alfonso llega a Teculután, por la construcción de la carretera hacia el Atlántico; al ubicarse en el pueblo conoció a una bella mujer en el comedor que frecuentemente visitó a diario para suplir sus tiempos de comida.
Un día, Alfonso lleno de inquietud regresa al comedor, planificando dejar su termo de café🍶 a propósito y tener una razón por la cual regresar y conocerle más de cerca; su nombre era Milagro, pero admiró que todos se dirigían hacia ella cariñosamente cómo “Mila”.
Así inicia su historia de amor, Mila se enamora profundamente de Alfonso y ambos contraen matrimonio 💍dispuestos a formar un hogar.
Alfonso, apreciaba el don que Mila tenía de elaborar pan, pues sabía que lo había heredado de su madre quién le enseñó desde su niñez.
En los alrededores del pueblo se conoció a Mila por su arte de elaborar pan y su inigualable receta de tortas dulces.
Alfonso acostumbraba llevarlas a regalar o vender a sus jefes y compañeros de trabajo, quienes más adelante se convierten en ser sus primeros clientes.
Visión, fe y perseverancia fueron valores que impulsaron a Alfonso a formar un negocio familiar y resaltar la habilidad de su esposa para abrir una panadería la cual llamaron “Tortas Mila”.