La Casa de las Acacias es una de las pocas residencias barrocas que aún se conservan en el Centro Histórico de la Ciudad de Guatemala. Fue construida alrededor de la década de 1780, en tiempos del auge de la arquitectura colonial. Se encuentra ubicada en la esquina de la 5a calle y 10a avenida de la Zona 1, una ubicación privilegiada dentro del antiguo trazado urbano.
Durante los siglos XVIII y XIX, esta propiedad perteneció a la familia Arzú, una de las más reconocidas de la época. Su construcción destaca por poseer características propias del estilo barroco guatemalteco. Entre sus elementos más sobresalientes se encuentra el balcón de esquina, uno de los pocos que aún existen en la ciudad, así como una elaborada herrería artesanal.
La fachada presenta una gran portada barroca, organizada en torno a un
gran arco rebajado, flanqueado por pilastras dormidas. Su gran portón cuenta
con un mascarón y clavos de bronce, y sobre él se eleva una cornisa mixtilínea que
corona el acceso principal. En su interior, la casa se organiza alrededor de
dos patios, un rasgo común en las casas de ese periodo.
A lo largo del tiempo, algunos árboles fueron
colocados frente al inmueble, lo que ha llegado a ocultar parcialmente su
arquitectura original.
Floristería
Las Acacias
A mediados del siglo XX, esta casa albergó la conocida
floristería «Las Acacias», fundada y atendida por la señora Anita Moncrieff. El
nombre de la tienda terminó por darle identidad al inmueble, el cual pasó a
conocerse popularmente como Casa de las Acacias.
Desde este local, ubicado en el corazón del Centro
Histórico, se preparaban los arreglos florales que adornaban la misa televisada
que se transmitía los domingos. Esta actividad hizo que la floristería ganara
reconocimiento en todo el país y se convirtiera en un importante punto de
referencia para quienes deseaban sus arreglos hechos con flores naturales.
Fuente: Guatemala.com